La justificación es uno de los actos más comunes y repetitivos que podemos observar en el mundo laboral. A veces, los empleados tienden a cubrir sus actos deshonestos con excusas que desvalorizan su credibilidad y la confianza que se puede tener en su desempeño, sin embargo, pese a que los trabajadores saben el riesgo, las justificaciones se vuelven repetitivas, lo que nos hace cuestionar la razón por la cual cometen este tipo de acciones y qué los lleva a hacerlo más de una ocasión.
Para comprender el comportamiento, debemos profundiar en la razón por la cual se comete un acto deshonesto para después encontrar la excusa. De acuerdo a un estudio realizado en la Escuela de Psicología Baruch Ivcher, Centro Interdisciplinario (IDC) en Herzliya, Israel, lo que más valoran las personas es su sentido de importancia y buena imagen, con su alto nivel de moralidad y honestidad, sin embargo, al mismo tiempo la mayoría de las personas se ven tentadas a dar la espalda a su ética si las condiciones del entorno no son propicias para conseguir sus objetivos que beneficien el sentido de la importancia.
En consecuencia, cuando una persona comete un acto deshonesto, puede generarse con la intención de mejorar su imagen, ante el riesgo de afectar su nivel de moralidad y honestidad; lo cual genera un conflicto en su interior, que, de acuerdo con el estudio antes mencionado, desencadena una reacción de tensión fisiológica, que está ligada a la respuesta automática del sistema nervioso (SNA); no obstante, dicha tensión puede disminuir cuando el infractor justifica sus actos, propiciando un aumento de actos deshonestos.
De acuerdo con Dale Carnegie, en su libro “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, un individuo se va a justificar siempre que se sienta juzgado, por lo que determina que la crítica es peligrosa porque lastima, hiere el orgullo y daña su sentido de importancia.
En consecuencia, podemos deducir que cuando una persona comete un acto deshonesto y es descubierta, ésta podría recurrir a la justificación, buscando así que su imagen y orgullo no se vean heridos ni desvalorizados, mientras que el coste psicológico se vea atenuado, siendo una especie de fuga para encontrar alivio, dado que es más fácil tomar este camino que cambiar de comportamiento. Por lo tanto, las justificaciones permiten que las personas se beneficien de un comportamiento deshonesto mientras preservan su yo moral positivo (Barkan et al., 2015).
Las justificaciones sin duda son un mecanismo de defensa con el cual la persona va a tratar de mentirse a sí misma y a lo demás, sobre el hecho de que sus acciones tuvieron un buen fin, por lo que el medio es aceptable, no obstante, el acto en sí mismo se puede determinar como egocentrismo, dado que es para un beneficio propio, lo que nos lleva a la pregunta ¿qué sucedería si una persona comete un comportamiento inapropiado en nombre de algo que podría describirse como altruista?
Para comprender qué escenarios podrían describirse como “altruistas”, primero debemos observar qué comportamientos inapropiados existen dentro de una organización:
Observando la matriz, podemos entender que actos como favoritismo o robar a la compañía, por tomar un ejemplo, podrían desencadenarse con una justificación de “buena intención”, al decir que hubo favoritismo con alguien porque necesita de ese beneficio debido a su situación, o que se cometió un robo porque el dinero es para ayudar a un familiar enfermo o en una situación difícil, lo cual, aunque llegase a ser cierto, seguiría siendo un acto inapropiado, pero ¿eso disminuiría o aumentaría su tensión fisiológica? ¿Lo volvería a hacer?
Buenas Intenciones No Justificadas
En la Escuela de Psicología Baruch Ivcher, se llevó a cabo un estudio con estudiantes universitarios de 24 años, en los cuales se observó su reacción ante la tendencia de hacer trampa, conforme a 3 condiciones:
Egocéntrico: Solo existe el beneficio personal.
Altruista: Beneficio para alguien más y no personal.
Altruista-Limitado: Con beneficio propio y para alguien más, en el mismo porcentaje.
Analizando los resultados, se observó que mientras el acto fuese altruista, los individuos mostraban mayor tendencia a hacer trampa, y sentir menos tensión fisiológica, por el hecho de que su raciocinio procesaba el acto como algo aceptable debido a su fin puro, mientras que en actos egocéntricos, se mostró todo lo contrario, menos tendencia a mentir, y mayor tensión al momento de hacerlo, dado que procesan la justificación como un mecanismo de defensa para cubrir algo que saben que no es aceptable, sin importar la perspectiva.
En consecuencia, se puede determinar que las justificaciones altruistas facilitan la deshonestidad, generando una laguna dentro de la cual, algunos empleados podrían caer cuando consideren algo como un acto justificable por el origen que motiva sus acciones, cuando en realidad un acto deshonesto es un acto deshonesto.
Cuando se trata de comportamientos inapropiados nos enfrentamos ante la sensación de temor e incertidumbre al no saber cómo detectar los focos rojos, no obstante, ante este tipo de situaciones, la mejor solución es establecer estrategias que nos ayuden a identificar a colaboradores íntegros, sin tendencia a cometer actos deshonestos a pesar de la variabilidad de los escenarios.
De acuerdo con el psicólogo israelí, Amos Schurr, todo comportamiento parte con una persona y de ahí todo se vuelve viral dentro de un grupo, debido a que los seres humanos somos criaturas sociales que seguimos las reglas que el grupo establece.
La forma más efectiva de identificar al mejor talento y asegurar que cada miembro de nuestra empresa cuenta con un alto nivel de confiabilidad, es aplicando evaluaciones laborales que midan el nivel de integridad y los comportamientos de riesgo entre los candidatos y los empleados existentes.
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Todo es Cuestión de Confianza.